Trabajo Práctico Nº 14
Un análisis crítico de la televisión
Materiales a utilizar:
-Video BREVE HISTORIA DE LA TV ARGENTINA que se encuentra en el blog.
-Capítulo “La tele” del libro “La gran pantalla” de Norma Morandini.
Fecha de entrega:
-Lunes 20 de octubre.
Para recordar:
-El lunes 20 de octubre hacemos la prueba escrita tocando todos los temas vistos de Realización Audiovisual y Televisión. El material de estudio está en este blog (Textos subidos por Pilar sobre realización audiovisual, el Video sobre la historia de la televisión y estos textos sobre televisión) y en las fotocopias que estaban en Full Time (del libro de Comunicación y del libro de Norma Morandini).
Trabajo Práctico:
1- Mirar el video sobre la historia de la Televisión que se encuentra en este blog (bajo el título BREVE HISTORIA DE LA TV ARGENTINA) y responder:
a) ¿Cuáles eran los objetivos de la televisión en sus comienzos?
b) ¿Cómo fue cambiando su criterio a lo largo de los años?
c) Investigar sobre algunos de los personajes televisivos que aparecen en el video. ¿Qué programa hacía? ¿Qué características tenía el programa? Biografía del personaje, trabajos anteriores a la TV, etc. (Solicitar ayuda a padres y abuelos e investigar en Internet citando las fuentes).
d) Utilizando lo que dice el video y leyendo el artículo sobre la televisión de Clarín denominado “Tendencias con historia” (está en este blog) ¿cómo definiría a los géneros? Ejemplificar.
2- Leer el capítulo “La tele” del libro de Norma Morandini “La gran pantalla” y responda:
a) Según Morandini ¿qué papel cumple la televisión en nuestras vidas?
b) Cómo relaciona la autora a la televisión con el paso del tiempo?
c) ¿Qué cuenta Morandini sobre su paso en la televisión argentina?
d) ¿Por qué compara a la televisión con la plaza pública de la modernidad?
e) Realizar un resumen de 10 líneas que dé cuenta de la comprensión del texto.
f) Hacer una breve reseña de la vida profesional de Norma Morandini.
g) Comparar en algún aspecto el video BREVE HISTORIA DE LA TV ARGENTINA con el capitulo de Norma Morandini
lunes, 13 de octubre de 2008
Tendencias con historia (Nota del diario clarín)
(Material de estudio)
Tendencias con historia
Década tras década, la pantalla local fue incorporando nuevos géneros, temáticas, estilos y formatos.
A caballito de los adelantos tecnológicos, alimentada por los contenidos de los medios que la precedieron y siempre cristalizando el imaginario de cada época, la TV fue protagonista, década tras década, de la sucesión de modas y tendencias —aparición de nuevos géneros, estilos o formatos— que se convirtieron en hitos de una línea de tiempo trazada más por la memoria que por la cronología. La década del 50, con el 7 como único canal, es la de los grandes shows en vivo, los acontecimientos musicales y las súper figuras, como Pinky, Carlos D' Agostino, el Negro Brizuela Méndez, Colomba o Augusto Bonardo. Es, también, la época de los primeros ciclos de ficción, extrapolados de la radio y el teatro, con nombres como los de José Cibrián y Ana María Campoy, María Duval, Floren Delbene, Analía Gadé, Patricia Castells, Beatriz Taibo, Santiago Gómez Cou o Jorge Salcedo. En los 60 se suman los otros tres canales capitalinos (9, 11 y 13), empiezan los programas grabados, la competencia y la consolidación de los principales géneros televisivos. Son los años de las comedias familiares (Dr. Cándido Pérez, señoras), los programas ómnibus (Sábados circulares), los ciclos de preguntas y respuestas (Odol pregunta), los periodísticos (La campana de cristal), las Obras maestras del terror de Narciso Ibáñez Menta y los humorísticos (con los Cinco Grandes del Buen Humor, los uruguayos de Telecataplúm o el Capitán Piluso). Y de las infaltables series: Patrulla de caminos, Ruta 66, Combate, Los invasores, La caldera del diablo, Perdidos en el espacio, Tarzán y tantas otras. Los 70 son años de crisis económica y producciones de bajo presupuesto, de mucho enlatado y censura a partir del 76, con el comienzo de la dictadura. Con periodistas proscriptos y la consigna explícita de una programación "pasatista" que no se meta con la realidad, la década, sin embargo, aportó el teleteatro costumbrista y de problemática urbana, con títulos emblemáticos como Rolando Rivas, taxista, Pobre diabla, Piel naranja, Un mundo de 20 asientos y Pablo en nuestra piel. Es, también, la década en que la telenovela deja de ser vista como un género para "señoras" y se gana su lugar en el horario nocturno, con emisiones de frecuencia semanal. En los 80, con la llegada del cable y del control remoto, empieza otra era en la pantalla. La democracia trae el destape y los programas de contenido adulto, los unitarios "jugados" y las temáticas complejas (Nosotros y los miedos, Compromiso, Situación límite). Llegan también las soap operas norteamericanas, como Dallas y Dinastía. Los medios empiezan a mirarse a sí mismos, con ciclos como Semanario insólito y La noticia rebelde, y, hacia fines de la década, el mercado se abre al exterior, con el desembarco de capitales extranjeros y las primeras coproducciones for export, como La extraña dama. En los 90, la TV se consolida como industria poderosa que aspira a la calidad. Con Pol-ka y Poliladron comienza la movida de las productoras independientes, la ficción vuelve a nutrirse del costumbrismo, con historias barriales y elencos corales que ocupan el horario central. Es también la década de los escándalos mediáticos y de los talk shows en los que se ventilan intimidades, que popularizó el "si querés llorar, llorá", de Moria Casán. El mercado adolescente gana un espacio cada vez mayor, con tiras como Chiquititas o Verano del 98, que cuentan con el apoyo de la industria musical y el merchandising. Gran hermano, el primer formato televisivo global, estrena el milenio con el estallido de los reality shows y los entretenimientos importados. Argentina se convierte en uno de los cinco países exportadores de ficción a Europa y Asia, con la venta de títulos que recurren a la ruptura de géneros (Resistiré) o superproducciones de época (Padre Coraje), además de miniseries que registran la marginalidad (Okupas, Tumberos), otras que exploran nuevos lenguajes, como el policial o el terror, y adaptaciones de sitcoms extranjeras, como La niñera.
http://www.clarin.com/suplementos/especiales/2005/08/02/l-00401.htm
http://www.clarin.com/suplementos/especiales/2005/08/02/l-00401.htm
El lenguaje televisivo
(Material de estudio)
De la palabra en TV:
Aunque la imagen posea la mayor fuerza en el mensaje televisivo, propio de soportes audiovisuales, donde el contexto y texto están determinados por la narración de la imagen y el sonido, el lenguaje verbal cumple la función de acompañamiento, que refuerza, valora, comenta e interpreta.
El mensaje verbal debe ser:
Conciso: debe entregar la información en pocas palabras, evitando las reiteraciones innecesarias.
Claro y preciso: deber ser de fácil comprensión para todo espectador.
Amplio: debe evitar el lenguaje muy especializado, ya que los contenidos se dirigen a todos los espectadores.
Dinámico: lenguaje ágil y con entonaciones diversas, para no provocar cansancio y distracción.
La música y efectos sonoros en TV
Fundamentalmente sirven de refuerzo, contrapunto, de énfasis o continuidad a las imágenes, provocando en el receptor reacciones emocionales diversas, según su finalidad. Debido a que el receptor televisivo es diverso, heterogéneo y circunstancial (ambiente familiar o público), las señales sonoras y la música deben ser atractivas, repetitivas y sugerentes para captar su atención.
Todos los programas, desde las cortinas de iniciación de transmisiones, pasando por noticieros, transiciones, misceláneos, informativos, etc., tienen un responsable de musicalización que además de estudiar y reconocer los requerimientos de cada programa, está al tanto de las tendencias musicales imperantes y propone, cual DJ, opciones de musicalización o efectos, posibilidades que están condicionadas por la temática y el carácter narrativo de las imágenes.
El lenguaje televisivo está determinado por su naturaleza visual y auditiva. En ella, se conjugan el lenguaje visual o imágenes (lenguaje del cine), el lenguaje auditivo verbal y no verbal (lenguaje radiofónico) y el lenguaje periodístico, sobre todo, en las informaciones (noticias, reportajes, etc.).Si reconocemos cierto orden y reglas que rigen la puesta del mensaje televisivo, heredados de los lenguajes ya mencionados y adaptados a su condición de producción, estamos en presencia de ciertas gramáticas y sintaxis, que constituyen el lenguaje. Para poder comprender entonces como funcionan los programas, debemos conocer como se articulan. He aquí algunas herramientas para su comprensión.
Algunas características generales del lenguaje televisivo:
Fragmentación: los distintos programas pierden autonomía por la franja publicitaria. Los programas en general están pensados, para ser presentados en bloques, si bien ellos son parte de un todo, deben considerar su valor como unidad, al presumir la incorporación de televidencia, que requiere de resúmenes o reiteraciones de contenidos en bloques anteriores, para capturar su atención.
Apertura o falta de cierre: no concluye nunca, es el propio espectador quien determina la duración del mensaje. La práctica del “zaping”, las transmisiones permanentes, la repetición son condiciones materiales de la relación entre el medio y el televidente.
Espectacularidad: su ingrediente esencial es el espectáculo. Es la relación de un espectador expuesto a la exhibición de una escena. Una relación donde el espectador concurre al llamado, por diversas fuentes de interés, intención y voluntad, a la entrega de puestas en escena, en las que se sostienen o alimentan varias formas de lenguaje. La Espectacularidad está situada, como una forma exacerbada de ciertos elementos de estos lenguajes para una captura en el tiempo del espectador. La música, las luces, el color o su ausencia, la imagen, el ritmo.
El discurso televisivo transmite códigos ideológicos tradicionales. Si revisamos las premisas reglamentarias de la televisión, nos daremos cuenta de los valores, aunque muy generales, con los cuales se construye el discurso televisivo.
Incitación al consumo. La condición de la Televisión está determinada por el financiamiento con publicidad comercial. Al ser ésta la fuente principal de financiamiento, las empresas avisadoras tienen una alta injerencia en el tipo de programación y los modelos de audiencia a construir. Las programaciones televisivas están destinadas a competir, para capturar televidencia franjeada, según edades, intereses, clasificación social, en la que los avisadores tengan mayores certezas del resultado de sus productos o servicios.
Surge así la “necesidad” de generar un discurso apreciable por todos, un mensaje que sea entendido por las grandes masas de consumidores, instala la puesta en circulación de discursos con una mínima profundidad y máxima extensión de temas. Los avisadores no invierten en publicidad para programas de baja expectación. Programas demasiado específicos no son franjas de interés para los avisadores, prefieren una programación masiva y totalizante.
Predominio de lo emocional sobre lo racional. Los programas televisivos presentan mecanismos que se estructuran de forma narrativo-testimonial, mediante imágenes y relatos, que apuntan a un modelo lúdico-afectivo, modelo opuesto al modelo racional-analítico, basado en la lecto-escritura.
De la imagen
El tratamiento de la imagen en televisión es heredero de las tradiciones de la cinematografía. Por ejemplo: en los formatos informativos, la imagen es fundamental para complementar la noticia periodística, pues, le da credibilidad al mostrar los momentos precisos en que ocurren los hechos. También presenta una dramatización, donde el manejo de la intensidad, el tiempo, el ritmo se dirigen a la captura del televidente, provocando empatía, reacción social y personal frente a lo que está viendo. Las imágenes pueden ser más importantes que el lenguaje verbal que informa y describe los hechos. En el caso de los programas de entretenimiento, las imágenes favorecen el espectáculo, tornándolo más atractivo; en los programas de orientación (denuncias sociales y reportajes), las imágenes provocan en el receptor una reacción que le evoca sus problemas sociales y personales, pues ellas lo enfrentan a realidades, personas y situaciones que lo reflejan.
Algunas características generales del lenguaje televisivo:
Fragmentación: los distintos programas pierden autonomía por la franja publicitaria. Los programas en general están pensados, para ser presentados en bloques, si bien ellos son parte de un todo, deben considerar su valor como unidad, al presumir la incorporación de televidencia, que requiere de resúmenes o reiteraciones de contenidos en bloques anteriores, para capturar su atención.
Apertura o falta de cierre: no concluye nunca, es el propio espectador quien determina la duración del mensaje. La práctica del “zaping”, las transmisiones permanentes, la repetición son condiciones materiales de la relación entre el medio y el televidente.
Espectacularidad: su ingrediente esencial es el espectáculo. Es la relación de un espectador expuesto a la exhibición de una escena. Una relación donde el espectador concurre al llamado, por diversas fuentes de interés, intención y voluntad, a la entrega de puestas en escena, en las que se sostienen o alimentan varias formas de lenguaje. La Espectacularidad está situada, como una forma exacerbada de ciertos elementos de estos lenguajes para una captura en el tiempo del espectador. La música, las luces, el color o su ausencia, la imagen, el ritmo.
El discurso televisivo transmite códigos ideológicos tradicionales. Si revisamos las premisas reglamentarias de la televisión, nos daremos cuenta de los valores, aunque muy generales, con los cuales se construye el discurso televisivo.
Incitación al consumo. La condición de la Televisión está determinada por el financiamiento con publicidad comercial. Al ser ésta la fuente principal de financiamiento, las empresas avisadoras tienen una alta injerencia en el tipo de programación y los modelos de audiencia a construir. Las programaciones televisivas están destinadas a competir, para capturar televidencia franjeada, según edades, intereses, clasificación social, en la que los avisadores tengan mayores certezas del resultado de sus productos o servicios.
Surge así la “necesidad” de generar un discurso apreciable por todos, un mensaje que sea entendido por las grandes masas de consumidores, instala la puesta en circulación de discursos con una mínima profundidad y máxima extensión de temas. Los avisadores no invierten en publicidad para programas de baja expectación. Programas demasiado específicos no son franjas de interés para los avisadores, prefieren una programación masiva y totalizante.
Predominio de lo emocional sobre lo racional. Los programas televisivos presentan mecanismos que se estructuran de forma narrativo-testimonial, mediante imágenes y relatos, que apuntan a un modelo lúdico-afectivo, modelo opuesto al modelo racional-analítico, basado en la lecto-escritura.
De la imagen
El tratamiento de la imagen en televisión es heredero de las tradiciones de la cinematografía. Por ejemplo: en los formatos informativos, la imagen es fundamental para complementar la noticia periodística, pues, le da credibilidad al mostrar los momentos precisos en que ocurren los hechos. También presenta una dramatización, donde el manejo de la intensidad, el tiempo, el ritmo se dirigen a la captura del televidente, provocando empatía, reacción social y personal frente a lo que está viendo. Las imágenes pueden ser más importantes que el lenguaje verbal que informa y describe los hechos. En el caso de los programas de entretenimiento, las imágenes favorecen el espectáculo, tornándolo más atractivo; en los programas de orientación (denuncias sociales y reportajes), las imágenes provocan en el receptor una reacción que le evoca sus problemas sociales y personales, pues ellas lo enfrentan a realidades, personas y situaciones que lo reflejan.
De la palabra en TV:
Aunque la imagen posea la mayor fuerza en el mensaje televisivo, propio de soportes audiovisuales, donde el contexto y texto están determinados por la narración de la imagen y el sonido, el lenguaje verbal cumple la función de acompañamiento, que refuerza, valora, comenta e interpreta.
El mensaje verbal debe ser:
Conciso: debe entregar la información en pocas palabras, evitando las reiteraciones innecesarias.
Claro y preciso: deber ser de fácil comprensión para todo espectador.
Amplio: debe evitar el lenguaje muy especializado, ya que los contenidos se dirigen a todos los espectadores.
Dinámico: lenguaje ágil y con entonaciones diversas, para no provocar cansancio y distracción.
La música y efectos sonoros en TV
Fundamentalmente sirven de refuerzo, contrapunto, de énfasis o continuidad a las imágenes, provocando en el receptor reacciones emocionales diversas, según su finalidad. Debido a que el receptor televisivo es diverso, heterogéneo y circunstancial (ambiente familiar o público), las señales sonoras y la música deben ser atractivas, repetitivas y sugerentes para captar su atención.
Todos los programas, desde las cortinas de iniciación de transmisiones, pasando por noticieros, transiciones, misceláneos, informativos, etc., tienen un responsable de musicalización que además de estudiar y reconocer los requerimientos de cada programa, está al tanto de las tendencias musicales imperantes y propone, cual DJ, opciones de musicalización o efectos, posibilidades que están condicionadas por la temática y el carácter narrativo de las imágenes.
jueves, 2 de octubre de 2008
Radio Escuela Nacional
La reconstrucción de la radio de nuestra escuela se encuentra en marcha desde hace algunos meses.
Recordemos que la misma sufrió un incendio en abril del pasado año.
Actualmente los chicos del Centro de Estudiante junto a otros voluntarios (Carlos Ceballos, alumnos, Federico Pissinis, Patricio Plá, etc) estamos armando el espacio que esperamos esté listo hacia mediados de octubre.
Lo que nos motiva son los importantes objetivos que tiene una radio que entre otras cosas permite convivir entre personas día a día y formar lazos muy unidos.
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