Grupo de clase - 2° año HUSOC

lunes, 13 de octubre de 2008

Tendencias con historia (Nota del diario clarín)

(Material de estudio)

TELEVISION: DE LOS PROGRAMAS OMNIBUS AL REALITY SHOW
Tendencias con historia


Década tras década, la pantalla local fue incorporando nuevos géneros, temáticas, estilos y formatos.


A caballito de los adelantos tecnológicos, alimentada por los contenidos de los medios que la precedieron y siempre cristalizando el imaginario de cada época, la TV fue protagonista, década tras década, de la sucesión de modas y tendencias —aparición de nuevos géneros, estilos o formatos— que se convirtieron en hitos de una línea de tiempo trazada más por la memoria que por la cronología. La década del 50, con el 7 como único canal, es la de los grandes shows en vivo, los acontecimientos musicales y las súper figuras, como Pinky, Carlos D' Agostino, el Negro Brizuela Méndez, Colomba o Augusto Bonardo. Es, también, la época de los primeros ciclos de ficción, extrapolados de la radio y el teatro, con nombres como los de José Cibrián y Ana María Campoy, María Duval, Floren Delbene, Analía Gadé, Patricia Castells, Beatriz Taibo, Santiago Gómez Cou o Jorge Salcedo. En los 60 se suman los otros tres canales capitalinos (9, 11 y 13), empiezan los programas grabados, la competencia y la consolidación de los principales géneros televisivos. Son los años de las comedias familiares (Dr. Cándido Pérez, señoras), los programas ómnibus (Sábados circulares), los ciclos de preguntas y respuestas (Odol pregunta), los periodísticos (La campana de cristal), las Obras maestras del terror de Narciso Ibáñez Menta y los humorísticos (con los Cinco Grandes del Buen Humor, los uruguayos de Telecataplúm o el Capitán Piluso). Y de las infaltables series: Patrulla de caminos, Ruta 66, Combate, Los invasores, La caldera del diablo, Perdidos en el espacio, Tarzán y tantas otras. Los 70 son años de crisis económica y producciones de bajo presupuesto, de mucho enlatado y censura a partir del 76, con el comienzo de la dictadura. Con periodistas proscriptos y la consigna explícita de una programación "pasatista" que no se meta con la realidad, la década, sin embargo, aportó el teleteatro costumbrista y de problemática urbana, con títulos emblemáticos como Rolando Rivas, taxista, Pobre diabla, Piel naranja, Un mundo de 20 asientos y Pablo en nuestra piel. Es, también, la década en que la telenovela deja de ser vista como un género para "señoras" y se gana su lugar en el horario nocturno, con emisiones de frecuencia semanal. En los 80, con la llegada del cable y del control remoto, empieza otra era en la pantalla. La democracia trae el destape y los programas de contenido adulto, los unitarios "jugados" y las temáticas complejas (Nosotros y los miedos, Compromiso, Situación límite). Llegan también las soap operas norteamericanas, como Dallas y Dinastía. Los medios empiezan a mirarse a sí mismos, con ciclos como Semanario insólito y La noticia rebelde, y, hacia fines de la década, el mercado se abre al exterior, con el desembarco de capitales extranjeros y las primeras coproducciones for export, como La extraña dama. En los 90, la TV se consolida como industria poderosa que aspira a la calidad. Con Pol-ka y Poliladron comienza la movida de las productoras independientes, la ficción vuelve a nutrirse del costumbrismo, con historias barriales y elencos corales que ocupan el horario central. Es también la década de los escándalos mediáticos y de los talk shows en los que se ventilan intimidades, que popularizó el "si querés llorar, llorá", de Moria Casán. El mercado adolescente gana un espacio cada vez mayor, con tiras como Chiquititas o Verano del 98, que cuentan con el apoyo de la industria musical y el merchandising. Gran hermano, el primer formato televisivo global, estrena el milenio con el estallido de los reality shows y los entretenimientos importados. Argentina se convierte en uno de los cinco países exportadores de ficción a Europa y Asia, con la venta de títulos que recurren a la ruptura de géneros (Resistiré) o superproducciones de época (Padre Coraje), además de miniseries que registran la marginalidad (Okupas, Tumberos), otras que exploran nuevos lenguajes, como el policial o el terror, y adaptaciones de sitcoms extranjeras, como La niñera.


http://www.clarin.com/suplementos/especiales/2005/08/02/l-00401.htm

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